Tenía muchas ganas de hacer este viaje pero no había tenido la oportunidad. Al final surgió por un viaje de empresa. La compañía en la que trabajo participaba en un congreso en Praga, así que cuando me dijeron que formaba parte del equipo que se desplazaría hasta allí me hizo muchísima ilusión. Además, aunque fue una visita fugaz, también aprovechamos para conocer Viena.
Fueron sólo cinco días pero muy intensos. Los tres primeros los pasamos prácticamente de conferencia en conferencia. Aún así después de la jornada laboral tuvimos unas horitas para visitar los principales atractivos que ofrece la capital de la República Checa: la Plaza de la República, la Plaza de Wenceslao, el Puente de Carlos, el río Vltava, el Castillo de Praga, la catedral de San Vito, etc. Son innumerables las posibilidades que ofrece esta ciudad al visitante. Me gustó especialmente, dentro de lo que llaman la ‘Praga artística’, el Callejón del Oro, lugar muy pintoresco de trabajo para orfebres, donde se encuentra la casa de Kafka.
Todas las visitas estuvieron perfectamente organizadas, teniendo en cuenta el poco tiempo del que disponíamos para el ocio. Estuvimos en todo momento acompañados por algún miembro de IEST, los organizadores del viaje, que nos pusieron todo tipo de facilidades para aprovechar al máximo nuestra estancia.