Mi mujer me sorprendió cuando cumplimos 10 años de casados con una escapada a uno de esos destinos que tenía en mi lista de deseos: los Emiratos Árabes Unidos.
Siempre me ha llamado la atención este destino asiático, rodeado de desierto, su choque cultural, el contraste de sus paisajes, su gente… hay mucho que ver y que aprender en este país.
Dubai es uno de los 7 emiratos, una ciudad muy moderna y con grandes atractivos para el visitante. Aquí tiene una gran presencia la arquitectura, con esos hoteles de cientos de metros de altura, los centros comerciales de lujo y los campos de golf. Una ciudad en mitad del desierto donde se puede disfrutar de playas paradisíacas.
En IEST VIAJES nos realizaron un itinerario personalizado, de acuerdo a los días con los que contábamos y nuestras preferencias.
De todo lo que vimos recomendaría Jumeirah Beach, donde no se puede dejar de visitar el que está considerado el mejor hotel del mundo –Burj Al Arab- y la gran isla artificial con forma de palmera Palmera Jumeirah. Nosotros la sobrevolamos en helicóptero y fue una experiencia única.
Recorrer Jumeirah Lake es otra visita obligada para conocer la historia de Dubai, una ciudad artificial nacida en medio del desierto. Se trata de un enorme complejo formado por torres y un inmenso lago artificial.
Otra zona muy animada es Jumeirah Beach Residence. En su interior, además de otro súper hotel de 5 estrellas –Mövenpick Jumeirah Beach- hay una amplísima oferta de restaurantes y locales de ocio en los que pasar una jornada muy entretenida.
Reservamos los últimos dos días para descansar y hacer planes más tranquilos. Uno de ellos tocó playa. Hacía mucho calor y se agradeció una jornada para refrescarnos en algunas de sus bonitas playas.
Y, como colofón a nuestro viaje, pasamos la última noche en el desierto. Nos alojamos en un resort rodeado de dunas con mucho encanto y que transmitía muchísima paz. Hicimos una bonita travesía por el desierto para disfrutar de la puesta de sol y después cenamos al aire libre, con espectáculo incluido.