Este país asiático ofrece mil formas de recorrerlo según las preferencias del viajero. Nosotros escogimos un combinado de ciudad y playa para 15 días. Y nos quedamos con ganas de mucho más
En un viaje a Malasia no puede faltar la visita a Kuala Lumpur, su capital, y punto de partida habitual de los viajes por el país.
Es una ciudad moderna, desarrollada, con zonas de abundantes rascacielos y a la vez muchos espacios verdes, donde se cuida al detalle la preservación de la Naturaleza. Es una urbe multicultural, donde conviven personas de muchas nacionalidades, además de los millones de turistas que recibe.
Allí hay que hacer el clásico tour por Putrajaya, Malaca, Kampong, Cameron Highlands, Taman Negara, Lake Garden, etc. En las Torres Petronas, unas de las más altas del mundo, vencimos el miedo a las alturas subiendo al puente que les une a 170 metros de altura… Se forman verdaderas colas para subir, pero es que realmente merece la pena! Aunque no voy a negar que algo de respeto me dio… jejeje
Me encantó y me sorprendió la comida malaya. En general, nos gusta mucho la comida asiática y la de Malasia diría que no tiene nada que envidiar a la de otros países de su entorno… Nos aficionamos a parar en los puestos callejeros para degustar los platos típicos y también visitamos algún restaurante de moda.
Hay mucho ambiente en la calle de día y de noche, muchísimas zonas comerciales, locales de ocio, bares, restaurantes, cafeterías, mercados de artesanía… Encuentras entretenimientos y atractivos en cada rincón de la ciudad.
Y luego, muy cerca de la capital, hay una parada obligada para los amantes del motor: el Circuito de Fórmula 1 de Sepang. Y es precisamente una de las razonas por las que escogimos este viaje. Entre el grupo de amigos que lo realizamos hay muchos apasionados por este deporte y les hacía especial ilusión conocerlo y disfrutar de una jornada durante el Gran Premio de Malasia de Fórmula 1.
Para llegar a nuestro siguiente destino cogimos un avión y un barco que nos dejó en la isla de Kapalai. Playa, sol, arena fina, relajación… Fue el contrapunto perfecto después de unos días en la bulliciosa Kuala Lumpur. Nos alojamos en unas casitas flotantes de madera sobre el mar que parecía sacadas de una postal. Puro exotismo asiático, con cada detalle cuidado al máximo, con preciosos arrecifes de coral como telón de fondo.
Entre otras excursiones, uno de los días cogimos un barquito hasta la isla de Sipadan, conocida en todo el mundo por ser un paraíso para el buceo. Nosotros sólo íbamos como principiantes y la verdad es que la experiencia nos gustó mucho y seguro que repetiremos.
Fran, Ibiza